martes, 20 de julio de 2010

Prefiero Morir que quedar a ciegas. Un ensayo de la ceguera....

“La ceguera de nuestro mundo”

Presenta: Federico Martínez Gutiérrez

Morelia, Mich.
Julio de 2010


“Prefiero morir que quedar a ciegas”
Que impotencia el saber que las cosas están ahí tal y como las recuerdas, más impotencia ha de sentirse a la hora de ver la falta de ayuda que manifestamos para con los demás, ello denota una inseguridad en el vivir de manera comunitaria, desconfiando de todo y de todos.
Ante el acto inhumanitario, es preferible la muerte, porque aquellos que han vivido en un núcleo social en donde la prisa no es necesaria en comparación con las grandes urbes, rodeadas éstas de edificios, carros, puestos, semáforos, peatones, que van y vienen a gran velocidad en la búsqueda del “éxito”. Por desgracia es así como nos han educado bajo la premisa de pisar a quien se tenga que hacer; la finalidad de éste acto es lograr acceder a un mundo de consumo, en el que, el que más tiene más se le admira. Hoy es preferible tener, que ser. Mientras que aquellos pobres desarrapados de las márgenes o de las comunidades rurales se conforman con el llevar el pan a la boca.
Deseamos la ceguera a aquel que nos ofende, nos humilla, nos hurta, aquel o aquella que se ve mejor en una casa que yo nunca tendré, o aquel o a aquella que se parece más a los ídolos televisivos que son un cliché de nuestro tiempo. No es posible en el mundo de la competitividad el ayudar al otro a mejorar su vida y su estatus social , porque éste acto implicaría abrir los ojos y dar cuenta de que nos necesitamos el uno al otro.
¿A quién, podremos consultar para resolver nuestra ceguera?, entre nosotros no nos escuchamos y claro no nos vemos. Nos encontramos en un mundo lleno de dudas y cuestionamientos en el que nuestras respuestas no son muy claras, por ello vemos con gran frecuencia, acribillados, descabezados, encadenados, secuestrados, golpeados, violados. Y en nuestra juventud, una muestra invariable de bullying, anorexia, bulimia, embarazos no planeados y nuestros niños bombardeados por embrutecedoras que “animan” a seres inanimados.
Estos actos nos dejan desnudos ante la posibilidad de crecer como raza, ponemos por encima de cualquier humanización, la pornografía, el alcohol, la fiesta las drogas, que se nos recuerdan cada 5 minutos a través de la publicidad malévola, macabra y maquiavélica de nuestro gran invento.
Así a cada nuevo ser humano que nace lo vamos contagiando de ese mismo mal, preparándolo para que sea portador de esa terrible y desahuciada enfermedad. Aún muertos dejamos la herencia y ésta se propaga por un mundo cada vez más ávido de sangre, violencia, sexo y drogas. Contagiamos incluso a aquello que más es valioso para nosotros, lo hacemos de manera inconsciente, pero lo hacemos.
¿Y qué es de aquellos que gobiernan? Se ven contagiados al final de cuentas, pero entre tanto, aíslan a los más enfermos y les administran un medicina más mala que la misma enfermedad, los orillan a unirse en pequeños núcleos de poder en el que cada uno tiene su micro reino, tal es el caso de las padillas, los del golfo, los zetas, la familia, la trece, la mara entre otros muchos que se forman en los centros de “aislamiento” y el único acto que se hace entre quienes nos gobiernan, es el acto de los reclamos.
Y para esos reclamos tenemos también nuestros centros de asilamiento, en el cual, manda aquél o aquellos que más engañan, que más manipulan y que más prometen, se nombran a sí mismos mesías del pueblo enfermo, ya asumen la posición de que en la tierra de los ciegos el tuerto es rey. Es el reino en donde no hay responsables, y la lucha es encarnizada por eternizarse en el poder, ha, y pobres de aquellos que osen establecer un cambio, por que serán vistos como enemigos del poder.
Y dentro de toda esa ceguera nos encontramos con desgraciados que ven, y que no pueden hacer otra cosa que intentar guiar en medio del caos, tomando incluso una docencia, la cual no fructifica por el amplio desorden que impera en la sociedad. Qué decir de la coincidencia del acto de enseñar a personas con alto grado de ceguera intelectual, que sólo buscan el caminar por la vida fácil.
No podemos dejar de pensar en el miedo que nos causa abrir los ojos, pero aún más miedo nos da cerrarlos por el temor de quedar atrapados en la ceguera intelectual y humana que nos rodea.
Pensar que el mundo no lo podemos ver desde nuestras propias perspectivas nos orilla a conformarnos con escuchar que nos platiquen el cómo lo ven otros, ésos otros de quienes hablamos son aquellos que tienen el poder en un micrófono o en el entorno de un ventana embrutecedora, que por momentos nos hace olvidar, e incluso nos conforma, nos divierte y no hace más ciegos a la realidad.
En el análisis de la novela nos nace la idea del pánico que sufren los pueblos espantados por los medios, en donde tal y cómo pasó en Abril del 2009, se bombardeo de manera eficaz a la población ante la supuesta mutación de un virus porcino. La verdadera intención de esto será revelada hasta que caiga la ceguera del pueblo, que fiel al opio al que se aferra y que le brinda cobijo con las creencias más allá de este mundo.
La ceguera que sufrimos como raza, nos hace pensar que “la alegría y el dolor, no son como el agua y el aceite” y somos sabedores de que estas coexisten en un mundo tan dispar e injusto.
Es claro que cuando esta ceguera nos afecta de manera tan drástica en hechos que no son parte de un maldad social, la raza vuelve a la unidad, pero sólo para realizar actos fúnebres en el que no se permita ver por más tiempo la podredumbre de sociedad in equilibrada en la que nos hemos convertido.
Ante las catástrofes sociales, que éstas tienen su justificación en el odio, la ceguera por ser negro, amarillo, blanco. Nos damos cuenta de que ni la raza ni el color importa y mucho menos las cuantiosas riquezas de aquellos blancos dominadores de un mundo románico de pan y circo.
Como última reflexión hemos de decir que la lectura de “la ceguera” de José Saramago, nos deja muy clara la idea del mundo en el que vivimos que es un mundo en decadencia, pero que hoy los docentes tenemos la gran oportunidad de cambiarlo de desarrollar un mundo mejor.
Un mundo en el cual a través del acto de educar se reduzca cada vez más esas brechas entre pobres y ricos, entre blancos y negros, entre dominados y dominadores, nos debemos de armara de VALOR para educar y dar ese valor que la educación merece para lograr el objetivo de un mundo mejor.

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